PAULA NOVOA

Tu voz, padre,

nunca me mintió.

Una vez te pregunté si morirías,

corrí a tu cama después de un sueño.

Sí, voy a morir,

dijiste.

 

Así supe que los padres mueren.

 

Desde ese día

hago el duelo.

*

La noche es un monstruo

que me come lento

y deja mis huesos

a la orilla de la cama.

Ahí donde el gato se acurruca

pidiéndome lo que no queda.

*

Querías sacar el almendro

para construir nuestra casa.

 

Hoy,

escribo bajo su sombra.

*

¿Y si mejor

en el vértice coloco

la calidez

y más acá, la cura

tu silencio en la cama

para no quedarme sola

y tu sombra ahí,

al costado.

 

¿Y si me salvo

de mi propia mordida

y me corro de la gota que horada?

 

¿Y si limpio el camino

de babas,

de óxido,

de malezas,

y sigo el hilo mágico

con el que ahorqué

a Teseo?

*

(tres actos y un soliloquio)

a Roxana

I

Un pájaro

se posa

sobre una rama.

II

Un chico

amenaza a otro

con una botella rota.

III

Grito,

el pájaro vuela,

el chico corre,

el otro me abraza.

IV

A ninguno lo pude salvar.

*

No sé si los grillos traen buena o mala suerte,

pero uno se posó sobre mi hombro

y cargué sobre él toda mi fe.

 

Paula Novoa publicó «El año que fui homeless» (Cave Librum, 2014) e «Hija de mala madre», 2016, por la misma editorial. Los poemas que leíste pertenecen a su nuevo libro «El paso de la babosa» publicado este año.

Paula es docente de nivel medio y superior en el GBA.  Trabaja en Moreno y levanta la bandera cada día por Sandra Calamano y Rubén Rodriguez.

Por la Escuela Pública.

NOELIA PALMA

De cómo empecé a escribir

Yo maté. Yo tenía 7 años y maté al pájaro.
Abuela me consolaba. Era un lloro enorme remover tierra,
escribir; adiós, plumas.
Entonces, dije un poema y perdón, era una carta.
Nunca más maté. Pero siempre respiro poemas ahogados.

***

Digo algo menos que nada
y es una fe enorme
este balbuceo de lámparas encendidas
cuando la boca se abre como el desarraigo.

***

Nunca quiere decir negación. Simple,
inquebrantable.

Quizás sea la copia de la palabra siempre
pero con furia.

***

Quiero
abrir aun más esa ventana para anochecer el reflejo, ahora
que la soledad tiene los ojos de mi perro

pero es silencio ladrando al silencio.

***

El mundo en fuga se parece al padre abandonado

un desespero por recuperar
lo que nunca se dejó ir.

***

Si regreso, no contestes, dame por perdida

debo aprender a usar esa navaja.

***

Pero hablemos de la herida mientras tomamos el té
sentados en la cama como indios
el cigarrillo siempre abrazando tus labios
el manojito de flores de la semana pasada
marchitándose como los girasoles de Van Gogh
hablemos
de lo que hacías con mi cuerpo después de la palabra dulce
quedamente
es otoño o primavera
y volvés a la palabra dulce
a recostarme en la cama revuelta
como un cazador que ha ganado por sobre la desesperación
la voluntad que siempre le fue concedida.

***

A tientas
un resto de vida hecho a imagen y semejanza del mar
se lanza como diciendo
en ningún sitio.

***

Vos sabés bien: la eternidad es esa cosa
que se levanta a tientas detrás de la ventana
esa pureza, un gran camino

si fuera cierto
mirá cómo se demora la mano en llevar el pan
a la boca
(abro la boca
hago el gesto)
y vos aprovechás la sombra
del pan
para esconderte
donde un pedazo de vida no se hunde
sino en las manos
y te estruja contra mí: la cosa detrás de la ventana.

 

Noelia Palma publicó su primer libro en 2017 «Que la muerte nos ampare» por Francia ediciones. De ese libro son los poemas que leíste aquí.  También publicó ese mismo año la antología poética «Solo con todo el mundo» que contiene textos de Charles Bukowski seleccionados y traducidos por ella.

Nació en Morón en 1984, donde aún reside.

Fino estilete el de Noelia.

FERNANDO AÍTA

Dock Sud

El río parece un zanjón,
un obstáculo que saltan los puentes.
No tiene nombre, casi no corre,
pero hay días que se desborda,
cubre las calles y hace naufragar
los muebles de las casas bajas.
En las orillas crecen plantas negras,
grises, plateadas, flores de humo
que destilan un perfume de azufre
y se tragan el aire de las noches.

Al Norte del Sur hay un límite, un borde:
Dock Sud, embebido de combustible,
de sustancias misteriosas, clandestinas;
abundan sirenas, alambrados, candados, carteles,
precaución, peligro… Tan inflamable
que en cualquier momento explota…

¿Ves ese señor canoso de camisa marrón,
que silba como un tiroteo y lleva esa caja pesada
hasta la camioneta? Tiene los ojos grandes
como un dibujito: se esfuerza en mirar
a través de esta oscuridad. Es un mutante,
está lleno… Mirá cómo se ríe lisérgico,
cómo se divierten con la mujer de la parrilla…

¿Aquel pibe con equipo de gimnasia
azul y amarillo, que hace señas de paliza
al diariero? Tiene el cuello largo
de querer asomarse por el borde
de este pozo. El otro es Saporiti,
el cogote corto y gordo, lleno de gritos:
¿hace cuánto que no va a la cancha?

¿Y la nenita que juega con el perro gris
en el cordón, y mira cómo la autopista
le pasa volando el barrio? La nariz chiquita
para respirar poco. El aire no es bueno,
se ponen barbijos de coca.
¿Viste que no hay muchos pájaros?

¿Ves aquellos que se juegan la vida
en el pool de la esquina?
Tuta, Huevo, Quiquito, Mandarina.
No paran de jugar al truco
de las mil señas… Si te ven caminar
ya saben a dónde vas, y a qué.
Hay que estar en todas. Siempre despierto
para que no te madruguen… Y ojo
cuando mirás a la gente a los ojos.
Tenés que ser auténtico. Acá
se le cae la careta al mundo.

–¿Todo bien, gente? –Por ahora.
Se vive en presente; se sabe
que el pasado es la otra vuelta.
La noche hace obvio todo
lo que el día pretende esconder.
Cuando sale el sol, duele,
felizmente: un día más es otro día.
Y muy poco cambia todo.

El maravilloso mundo de los videojuegos

Yuri, ¿alguna vez tuviste esa sensación
de a cada paso pisar tus huellas?
Eso es lo que llaman destino.

Chelinka, la magia consiste en elegir
entre todos los futuros uno
donde tus deseos sean realidad.

Niños, todos los futuros
que pueden elegirse
están en el presente.

Nihilismo mágico

Nada por aquí…

Nada por allá.

Conjugá

Yo + amar + temer + partir
Vos + cantar + prender + sentir
Él o ella o coso + pausar + oler + decir
Nosotros + avanzar + querer + seguir
Ustedes + imaginar + recorrer + pedir
Ellos y ellas + festejar + beber + unir

Concierto coral

Bajo los árboles y los reflectores,
en italiano y con caras elocuentes,
el tenor le confía a su amigo,
y al viento que hace murmurar las hojas,
sus penas de amor.
………………………………..Una sirena
……………  rearmoniza
la cadencia del piano
………………………y del piso
………………………………sube un tenue
……………………………………………..olor a caca.

Pero la música se sobrepone a las miserias
de ambulancias y de perros, y la audiencia
–viejos paquetes, señoras mononas–
se deja subyugar
por las clásicas emociones.

¿Ser o estar?

Norma …………………………fuerte.
Cachito ………………………..enfermo.
Norma …………………………aburrida.
Cachito ………………………..triste.
Norma …………………………putona.
Cachito ………………………..celoso.
Norma …………………………viva.
Cachito ………………………..dejado.
Norma …………………………inquieta.
Cachito ………………………..listo.

Intemperie

El canillita se refugia en su puesto,
su gorro y su bufanda.
Las lágrimas no son del frío.
Acaba de recibir noticias.
Un mensajito de la novia.
“Tenemos que hablar”.

Adiós

Salimos del café y de nuestras vidas,
con sonrisas resignadas y un abrazo.
Cada uno con dos juegos
de llaves propias.

Transporte masivo

Maltrechos del trabajo amontonados,
el motor refunfuña, la carrocería vibra,
cada cual con su banda sonora,
el monólogo de radios, diarios, pantallas,
un festival de pungas…
No caben palabras ni miradas,
cuerpos y fantasías, ganados de la histeria,
empujan, se desplazan, deslizan y acomodan
como pueden detrás de tal o quién,
se disculpan, se separan un palmo
entre la masa de codos y espaldas,
traqueteo y vaivén, oleaje espeso,
una maquinaria erótica,
con las aceleradas vienen roces
en paulatina falta de inocencia,
empujones disculpados, refriegas
deliberadas, contacto estrecho,
se entreabre un abrigo, se ofrece
un bulto, choques de cachas,
combustión de los deseos,
caderas al compás, cosquillas y chirridos,
cada quien en su momento toca tierra,
se aprolijan, se alínean,
empujan, se delizan, bajan
con un botín que dura
lo que el calorcito en la intemperie.

Borracho

Vaso de vino
en la mano; a la boca,
una botella.

Confesional

Me siento
y transcribo.

El mensaje en el vacío

Un ………………………………….. solitario,
le envió un correo, y murió,
a otro ……………………………… solitario,
que había muerto.

El juego de la vida

Es tan difícil confiar en el azar
como en las decisiones.

Vos andás descalzo por la arena
dejando huellas para la espuma
sin certeza de qué ganas
ni si perdés
ni quiénes juegan.

La negra del esnórkel y marfil,
los contorsionistas del berimbau,
el flaquito que sostiene
la bola con los hombros,
te hacen perder el hilo.

Una chica quiere unirse
a tu aventura, o sumarte,
y te ata con las piernas.
Otra en otro punto del espiral
saborea una delicia triste,
y lamentás no haber traído flores.

Está cayendo agua de las estrellas.

Castellano para gringas

¿Vos qué andás precisando?
¿El futuro perfecto?
Te venís a comer un asado
en el patio de casa.
Te sirvo un tinto, te perfumo de humo,
nos chupamos al calor de las brasas,
y te garcho con las manos negras de carbón.
Te cazo de las mechas, te cago a chirlos.
Quedás chocha y sensible del serrucho.

Nos sentamos a comer en silencio,
festejamos con los ojos,
y el gustito de la carne
nos hace acordar al amor.
Hasta que decís “suficiente”.
Y de postre, fruta.

Nació en Avellaneda el 6 de diciembre de 1975. Publicó el libro de poemas Épica chusma (Ediciones del Dock, 2007) del cual presentamos el primer poema; a fines de 2012 sale su segundo libro: Lengua extranjera . Participó en las antologías Poesía en tierra (FCE, 2005), Antología de Ensayos En Vivo Vol. 1 (Ensayos en libro, 2009) y Mirate esta. Cartas de película (EEL, 2011). Actualmente trabaja en varios proyectos: GraFiTi -escritos en la calleCámara Flashera,  Foto CrazyAdonde va la lluviaÑusléter – 24 hs. de literatura, Ensayos En Vivo, Un golazo

Fernando es así.

OMAR CAO

1.

Militantes de izquierda enfurecidos
atacan asamblea de cachilas
que en Plaza Italia deciden sindicarse
sus labores domésticas peligran
Los cineastas progres reclaman mas apoyo del gobierno
compañeros poetas
dejan sus manuscritos en las manos
de marias kodamas diligentes
porque ellas saben bien de
defenderle el nombre y los ingresos
Los pobres tienen la esperanza
de ser alguna vez
algo como patrones pero buenos
y que no les contesten los empleados
Las mujeres buscan hombres
para que ocupen el lugar que dejan
es cierto, ya no hay hombres de verdad
los travestis se sienten ignorados
reprimidos odiados y hasta discriminados
por las dudas ejercen la prostitución
lo que despúes de todo es un trabajo
todos creen
profundamente en dios
y en la justicia
y son de verdad
unos agradecidos a la vid a

2.

Dulce el aire
seco el vino
a punto la comida
la ropa limpia
la sonrisa siempre
los pisos con los errores del pasado
a la vista
las jambas y dinteles
de buenas intenciones y claridad
la muerte no tiene
esta avidez por el mañana
ni esos chicos que corren sin miedo
a que le falten los padres
y se duermen
cansados y felices
tapaditos de luna
cielo
y árboles…

3.

Vuelan mientras me desangro
espiritualmente claro
vuelan espiritualmente
pero yo me desangro de verdad
de verdad
mis venas pierden el Icor
y ellos vuelan
en figurado sentido
metaforicamente
puta que lo parió !
ya no queda sangre en mí
y ellos siguen volando
por el puro cielo
verdoso

Siempre en torno al bien y el mal

Un golpe una teta
un estallido de sangre
otro golpe un culo
otra teta un grito
otro golpe una teta
un culo una mirada
fija perdida
otro culo otra teta
un golpe silencio
unos ojos
de espanto finjido
sangre un grito
un paisaje por fin
culos sangre golpes tetas violencia
rostros hieráticos ojos fijos
paisajes
soberbia vanidad the end.

Incidentalmente

Asombro
no hay hitos en mi vida
poemas e hijos
poemas y mujeres
poemas y mis piernas
poemas y tus pies
no hay hitos
también se puede
vivir de esta manera
poemas y música
poemas ycolores
poemas y amor
paisajes y musica y poemas
y viajes poemas y mujeres
hijos y amores y poemas
claro si amigos y poemas
y
sueños y poemas y colores
con seguridad
se puede vivir de otra manera

La muerte y poemas?

4.

No creo en ese dios bocotudo
de anorexias y fusilamientos
que es triste dicen que no crea en su dios
en ése
en el que creen casi todos
mirenme, no creo
y sin embargo, vivo

5.

Las piedras grandes
los árboles
todo lo que destacándose
señalaba el rumbo
ha desaparecido
chilcas
arbustos feos y parejos
y pájaros,
pájaros oscuros en el atardecer
sin colores
limitan un cielo
en que se apagan
verde el pasto
y una iguana
franjada de amarillo
se escurre en la ya noche

Hubo alguna vez
una mujer sobre la tierra?

6.

«…campos grises de Marcela» A. Zitarrosa.

Dios ha muerto en el campo
es un hombre tendido
con los pies entrampados
al cruzar el alambre
y de boca en la tierra;
Avisan los chimangos
centinelas de harapos
casi en círculo
florecen margaritas

7.

Apedreamos a la mujer
vuelan redondas y graves
nuestras primeras piedras
a estrellarse sordas
a romper su carne
Ella lo soporta mientras puede
cubriendose la cabeza con las manos
y los senos con los brazos
en tanto
muy lentamente
va cayendo de rodillas
abrumada
recogiendose como una flor
en su vestido negro
Nuestra rabia es brazo fuerza
piedra golpe y sangre
sucesivamente
después comenzamos a retroceder
con los ojos fijos
sin espanto
todavía sus manos
como dos grandes mariposas
se agitan levemente entre los despojos

8.

Digo y se abre un capullo
de enjambrazones silenciosas
de luminarias mudas
en la noche
digo y comienza a alborotar
se queda el mundo
a nuestros pies
abierto

9.

Se llamaba
Luis Acosta García
busquen en los diccionarios
no lo van a encontrar
Su obra: «Filantropía Moderna»
nunca van a saber
de lo que se trata
El frío de su muerte cada junio
cubre Buenos Aires
no sabrán quien es
ni yo voy a decirles
Pero
Cada vez que quieran cantar y no los dejen
Cuando quieran sentirse orgullosos
decir soy Argentino
repítanlo despacio:
Luis
Acosta
García

Es buen remedio para la soberbia.

10.

Los paseos cotidianos de punta a punta rinden
su servicio, mantienen en estado, calman los nervios
y ayudan a pasar las horas los minutos los segundos
cuadrados de cemento que no acaban por ningún comienzo
recorridos miles de veces, al cabo de un tiempo
es todo lo que queda de un día y la conciencia de que lo de
afuera pesa existe y pesa como a un atlas el mundo
sin nada de comer, sin nada de tomar, sin nada
se desenvuelve en tedio en espera, espera que no termina
ni a las once ni a las tres
ni a las cinco que te llamen por
el apellido y te abran la puerta y puedas salir a las calles
al solcito lindo del que ves un cacho
por la ventana sin altura y el dolor
de cabeza que se insinuaba apenas en la mañana
crece crece hasta arder en los ojos

 

OMAR CAO, copio: 1948. «Uno de dos» (1974) con Hugo Enrique Salerno; «Emigrado de la Luna» El lagrimal Trifurca, Rosario (1976); «Palos de Ciego», antología, ed. Del Doque; «Cantos del Sur» Ed Populares «Conurbano poesía» y «El fantasma de Oriana» ed. Cruz de Mayo (2005). Recordamos también un libro amarillo con un dibujo en la tapa que era como un mapa de una galaxia imaginaria y se llamaba «Antología Poética Universal» y cuyos motivos eran cantos de seres humanos alejados del planeta, viajeros espaciales, fundadores y fundadoras amazónicas de otros mundos, en una rara sínstesis de poesía cruzada con el género de anticipación.

Los poemas aquí publicados pertenecen a distintos libros: «La Torre», «Hombre entre treinta y cuarenta» y «Versos de Calibán» del que solamente publicamos el poema que numeramos como 7 a modo de diferenciación. Todos permanecen inéditos.

GISELLE ARONSON

Smartphone

Mi celular cuenta con un sistema predictivo de escritura: cuando presiono los botones, busca en un diccionario los términos posibles. Aunque sea una simple tecnología, sospecho que algo más ocurre.

Si yo tecleo “ansiedad”, el aparato escribe “sequedad”. Si ingreso “boca”, predice “viva”. Si intento con “piel”, refiere “pido”; escribo “horas”, el teléfono interpreta “gotas”. “Palabras” se convierte en “parajes”, “silencio” se vuelve “dolencia”.

Pero hay algo más extraño: si escribo “cerca”, aparece tu nombre.

Manual

Siempre tuve las manos grandes. Era una característica de mi cuerpo que no me gustaba. Intentaba disimularlas, esconderlas. Hablaba sin hacer ademanes, tratando de gesticular para que la atención de mi interlocutor se posara en mi rostro y evitara esa parte del cuerpo que yo mismo rechazaba.

Un día, estando recostado, me detuve a mirar mi mano derecha apoyada sobre la almohada. Creí verla más grande. Inmediatamente, casi por acto reflejo, comparé las dos, verificando que estaban igualadas. Sin embargo, seguían pareciéndome enormes, más que de costumbre.

Lo dejé pasar interpretando el equívoco como una burla de mi percepción.

Durante el verano, un anillo que llevaba en mi anular, comenzó a apretarme y opté por quitármelo; no me quise preocupar y lo adjudiqué al calor que seguramente hinchaba mis dedos.

En el invierno me alarmé: no me entraban los guantes.

Consulté al médico. Me realizaron estudios de todo tipo, todos arrojaron resultados normales. A pesar de eso, decidí medirlas y llevar adelante un registro, a esas alturas tenía la certeza de que habían aumentado de tamaño y no era un error perceptivo. Al mes siguiente ya no tuve dudas: el centímetro indicaba que habían crecido, considerablemente. Volví al médico, que me derivó a otro; y ese, a otro. Ninguno encontraba razones ni causas de mi mal y yo entraba, lentamente, en una etapa de angustia y desconcierto.

A medida que fue pasando el tiempo, las cosas empezaron a complicarse. Mis manos continuaban aumentando de tamaño día a día y ya era muy evidente la desproporción con el resto del cuerpo. Tareas cotidianas y sencillas se volvieron imposibles. No podía utilizar el celular ni marcar un número en el teléfono fijo. Tampoco podía escribir en el teclado de la computadora. Con el tiempo ya no pude realizar ninguna tarea por mí mismo; asearme, cocinar, incluso alimentarme era algo inalcanzable, no podía manipular ningún objeto ni herramienta.

Los médicos sugirieron amputar y accedí. Cruento y doloroso pero al menos se detendría el flagelo, de todas maneras, eso en lo que se habían convertido mis manos, era algo inutilizable.

Jamás hubiera imaginado lo que ocurriría después. En una semana, como si la amputación hubiera acelerado algún extraño y diabólico proceso, de los muñones empezaron a salir sendos esbozos de manos que, en el transcurso de dos meses, adquirieron su forma definitiva y ante mi desesperación, crecían más aceleradamente que las anteriores.

Para entonces, decidí aislarme completamente del mundo, me había convertido en un engendro y, si no me recluía, terminaría siendo una atracción circense o un novedoso caso médico. Me encerré en una cabaña en las afueras de la ciudad, auxiliado por un buen amigo que me proveía de lo más necesario. Pero mis nulas posibilidades de autonomía volvían absurdo cualquier intento.

Mis nuevas manos fueron adquiriendo dimensiones monstruosas, las arrastraba por el suelo, me dolía su peso, se lastimaban y sangraban. Yo mismo caía al piso, tropezando con esos miembros serpenteantes por la cabaña.

Mi existencia se volvió insoportable, no continuaría de ese modo y como no vislumbraba otro, decidí el suicidio. No había otra solución ni tampoco otra forma, quizás lo último que podría hacer por mis propios medios sería colgarme de uno de mis dedos.

 

GISELLE ARONSON nació en Gálvez y por estos días podemos encontrarla en Haedo. Formó parte del colectivo literario Heliconia y participó del taller literario de la Biblioteca Municipal del Morón. Han publicado sus textos en diversos blog y revistas de literatura. En el año 2011 dió a luz su libro «Cuentos para no matar y otros más inofensivos», (Ed. Macedonia) en el que aborda la problemática de la mujer en sus diversas facetas con tono irónico y crítico. Algunos de estos textos fueron llevados a escena, en el interior de la provincia de Buenos Aires, por la compañía teatral  «Grupo Tit ’96» con la dirección de  Miguel Daouna.


CARLOS EDUARDO GALLEGOS

HOSPITAL PÚBLICO

(nothing can save me)

 

Por las noches se podía leer el revés del grito:

dos palitos haciendo equilibrio sobre las ventanas.

Alguien corre   con la urgencia esa   de saber

que llega tarde  -en su cabeza-

a la mancha de sangre

al cuerpo que rueda como un idioma roto

a la lengua que de pura oscuridad

se me antoja la noche.

Alguien deja   una puerta abierta tras de sí

y regresa  todo el tiempo.

Julia tiene nueve años y leucemia.

Mira caer la lluvia a través de una ventanita

sobre el parque.

Abstraída  en el más profundo de los silencios

pregunta: ¿por qué hay flores en los hospitales

a quién le escriben los que van a morir…?

Yo   miro a esos ojos  sin una lágrima

que miran más allá  de cualquier distancia.

Y me quedo en silencio   sin ninguna  palabra

con el llanto invertido  y su muerte  entera.

Está loca dicen   como quien dice   está rota

y algo se arroja   al fondo de un cesto.

Por la mañana grita.   Por la tarde   escribe:

dibuja en el olvido   rostros   máscaras

-ilusa fantasía de volver a ver por la ventana-

Está postrada.   Sola.

«El mundo es un tomate… y encima

comido por hormigas»

Que alguien venga por favor.

Alguien   quiere   hablar conmigo…?

Está loca….dicen…y le acercan….

el silencio.

El negrito era morocho

como todos los negritos de este pueblo.

Tenía tres disparos en el cuerpo

tres vacíos recién suturados.

La vida le pendía de una soga

de una máscara de oxígeno   por rostro

de una cadena   que lo ataba

de una pierna a la cama.

El candado   que cerraba el círculo

de su vida

o de su muerte

tenía por insignia   el escudo

del servicio penitenciario federal.

jony venía de Celina

con astillas de hueso y una bala.

«De plata tendría que ser para matarme…»

dice y ríe.

De platino  en cambio  fue   su suerte

de volverse a Celina    caminando.

….

«Ustedes se olvidan   que esto es   un hospital público.»

(Enfermeras del hospital de agudos Carlos Bocalandro)

A mitad de la noche   la palabra enfermera

es   un agujero   por donde huye

cualquier esperanza.

«Me hago la señal de la cruz   a pesar de ser judío»

dijo alguna vez    Jacobo Fijman.    Y uno

tarde o temprano   se hace creyente a pesar

de jamás haber creído en nada.

Uno se abraza a sí mismo

-en su cama o en la cama de enfrente-

y encuentra a Dios.

El silencio es una ventana que no estalla

a pesar de todas las manos   golpeando juntas.

La palabra enfermera   se parece demasiado

a la palabra muerte.

Y al fin…es más fácil    llamar a Dios.

 

Es difícil hacerse una idea del espesor de tristeza y soledad que habitan en este libro último de Carlos Eduardo Gallegos sin leerlo en su totalidad. En general, cada poema está acompañado por una descripción de los personajes históricos que prestan su voz al título. Llegados al hospital público, la diferencia entre la vida y la muerte apenas se deja sentir como un latido.

Dice en la solapa que «nació por segunda vez el 23 de diciembre de 2006, después de una muerte rápida y poco protocolar en la intercepción de las calles Arieta y Villegas de la ciudad de San Justo.»  Había publicado en el año 2002 el libro de poemas «Otras realidades».

Hospital Público forma parte de una extensa colección de títulos que da a luz laboriosamente en la editorial Árbol Animal, de la que es artífice.

¡Oh piedra inmemorial grabo en tí el secreto de mi cuerpo!

“Fuego transparente de palmeras, un hombre te invoca sin miedo”
Poema anónimo africano

El lenguaje nos precede habitado, organizado en formas que nos arrastran a sus cárceles sonoras. Y así sabemos de la letra y sabemos que la luna es una mujer enamorada del mar: el ser que habla y que pronuncia se deja saber, se deja sentir por el lenguaje. Deseamos palabras que nos signifiquen, ritmos que nos enloquezcan, lanzas o truenos que nos aturdan o bien suaves susurros que nos convenzan y animen.
El ser humano es un animal asombrado frente a esos cuerpitos que vibran. Mamíferos atentos y seducidos por el lenguaje que se presenta como una posibilidad de prolongarnos, como una posibilidad de ser, en la medida que nos desarrollamos en esa materia tan cercana que es la palabra, la voz, la voz particular propia de su aliento, única.
Ese ser, entiende que su llanto está en su voz y llora y otro escucha su llanto o quizás se oculta el rostro con las manos o se oculta detrás de algún objeto avergonzado porque le hablaron del dolor y le dijeron que es malo. Entonces sus ojos se agigantan frente al trueno o frente a la lluvia y grita, en distintos tonos, y señala a los demás; si tiene miedo o goza o está por parir también grita.
La voz, su voz, la que se alza y decide, la que susurra o convence, la que impone y ordena, la que castiga o perdona -porque le dijeron que eso existe y es bueno-.
La voz, la voz enamorada, la voz enfurecida, la voz rabiosa o borracha expresa identidad y sostiene el cuerpo vivo porque lo manifiesta; la voz contiene la palabra que es toda una organización solidaria, la palabra elegida, la palabra creadora, la palabra-acción.
Y así nos integramos a un mundo que nos precede en jerarquías, en juicios de poder sobre los otros y las otras, un lugar que han decidido sea nuestro lugar en el mundo.
Aquí estamos con el lenguaje haciendo versos, hablando de los versos y la música. Diciendo que un verso nos propone identidad, síntesis de la sensibilidad nuestra, desde la composición de un lenguaje intuido, pensado, sentido, recordado.
Este acto de decir nos obliga a escucharnos y a reconocer al que pronuncia como un ser vital.
El mundo que nos rodea desde esta perspectiva se comprende entre dos planos inseparables: el mundo mudo de las transformaciones y las formas y el mundo sonoro de los ritmos y los ecos, así en ese péndulo, en ese vaivén nuestra vida, nuestro ser de lenguaje.

ANAHÍ CAO

EL PAÍS DE LA POESÍA

«Esperando que un mundo se desenterrado por el lenguaje alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa» A.P

Cuenta el poeta Aragón que él despertó al mundo de la poesía al leer los versos de Rimbaud que dicen: «Mais de chansons spirituels/voltigent partout les groseilles…» (pero cantos espirituales/saltan entre las grosellas…)

Esos versos lo habían impactado por el juego sonoro de las palabras y sin embargo habían violado la lógica sintáctica de la lengua francesa. El verbo voltiger, verbo transitivo, no había sido seguido por el objeto directo como lo exige la gramática, sino por un circunstancial. Deliberadamente el verbo había decidido ir detrás del movimiento lírico en un acto de rebeldía con la sintaxis.

Frente a esa anécdota transcendental en la vida del poeta aparece esta otra. Un profesor de literatura que enseñaba las reglas de preceptiva lírica demostró a sus alumnos a través de un texto poético de Rotron aquello que no se debía escribir en poesía. En el ejemplo citado por el docente aparecen palabras que se excluyen entre sí semánticamente y cuyo empleo también violaba la norma.

El profesor de literatura no se había hecho cargo del lenguaje poético. Atado a la normativa, con un sentido unívoco al lenguaje literal, cumplía con la misión que la institución le había encomendado: la de formar bachilleres y no, poetas.

El ejemplo anteriormente citado por uno de los grandes poetas franceses me permite usarlo como espejo. Y entonces me miro como docente de Lengua y Literatura y le pregunto a mi imagen qué es la poesía.

La imagen me pide que divague que busque con la imaginación la respuesta. Pero como la respuesta tarda en llegar, me sugiere que investigue en la Guía de los Lugares Imaginarios. En la letra P encuentro  País de la Poesía. Lugar descripto en 1654 en la Historia Verdadera de Lucien. Allí se dice que es una isla habitada por gente distraída y soñadora, no muy propensa a hablar, que sus habitantes cada mañana caen de rodillas para adorar a la diosa Aurora a quien consideran superior a musas y a Apolo y agrega la Guía que los padres conciben a sus hijos como monstruos pero que los alimentan con estima.

De la lectura de ese texto me atrae la palabra soñar porque me conduce de la mano al estado de ensoñación, estado poseedor de un lenguaje secreto, presente en las nanas con las que las madres calman el cansancio de sus hijos, presente en las canciones populares, presente también  en los escondites secretos de los dobladillos de las metáforas y presente en Ulises que oía el canto de las sirenas. Canto que aún hoy persiste como eco figurado del lenguaje y en su paseo a la deriva se repite de una manera atrevida tal como lo hiciera Ingres que desleía y desarticulaba imágenes del Greco para después rearmarlas cn nuevos sentidos. Y pienso en Breton que lo hiciera con Rousseau en el intento por hallar la metáfora, la conexión entre la imagen verbal, la imagen ilusoria y la pasión.

Vuelvo al espejo. La imagen me hace un guiño. Continúo. Las palabras se muestran inquietas. Cuestionan a las reglas fijas del lenguaje, a las leyes del discurso. Las observo. Las exploro. Del todo paso a sus partes, a las sílabas, a las letras y las recorro como el artesano en su propia materialidad sin anclaje, indiciéndose en un cierto sentido de vacío, en calidad de significante que se deconstruye y se reconstruye no ya sólo desde el plano lingüístico sino desde el visual y el musical, táctil y olfativo, sensible y mental en una amalgama de códigos cuya correspondencia es ilusoria y objetiva pero que al encontrarse con otros significados quiebran su sentido unívoco.

Y descubro que se ha producido un hecho milagroso: el nacimiento de la metáfora.

Fragmento de un pequeño ensayo de María Susana Pochettino que fuera publicado en el año 1997 por la revista Poesía de Rosario, dirigida por Guillermo Ibañez con la colaboración especial de Eduardo D’Anna.  Allí se cuenta que María tenía hasta ese momento publicado un libro de narrativa «La noche de los leones», siendo licenciada y profesora de Letras en escuelas medias.

HUGO ENRIQUE SALERNO: el poeta que se comió al cisne.

CONOCÉTE A VOS MISMO

“ … No ver en “el final”/ un “que me importan los que queden”

Seguir avanzando/ sin miedo al precipicio/ sin miedo al vacío.

Seguir/ seguir/ seguir (…) llegar a la profundidad de las aguas

Y volver a la superficie…”

Don Quijote de Arrabal. “Aprendiz de la vida” en  Gorrión Fénix.

Casi como un juego “El Flaco” me propone un Pin Pon de preguntas y respuestas para que todo sea un vértigo donde surja espontáneamente “lo que tenga que surgir”. Estamos sentamos alrededor de una mesa de madera con vidrio. Enciendo mi viejo grabador de periodista y arrancamos…

EL GRAN ELABORADOR

-¿Poesía?

Sueño escrito.

– ¿Poema?.

Dos sueños escritos.

– ¿ Realidad?

Drama y comedia mezclados. Drama más comedia,  en este caso.

-¿ Sueño?.

 Dulce pesadilla

-Entonces…¿Cómo sería un poema?

Mezclamos todo eso que dije y hacemos un poema. Puede tener poesía o no. Salir puede salir pero con poesía o no.

-¿Y el sueño siempre tiene poesía?

El sueño por sí solo no. Ahí está la interpretación del poeta.

-¿Es decir que el sueño de un poeta es distinto del sueño de alguien que no lo es?

No, no es distinto. Lo que pasa es que un tipo puede tener un buen sueño y lo que le  significa es un número a la quiniela. No siente la poesía que tiene el sueño. Lo pasa como un dato para jugar a la quiniela. No se siente la poesía que tiene el sueño. Si se analiza psicológicamente, por ahí tampoco se ve la poesía del sueño, el vuelo del sueño.

 -¿La poesía entonces sería el reconocimiento de lo poético?

Bueno, el reconocimiento de si es poético o no lo hace el Soñador. Partimos de que todos soñamos pero hay algunos locos que escribimos. Esa es la diferencia. Freud en vez de hacer una interpretación de sueños podría haber hecho un libro de poemas con los sueños que le contaban los pacientes. O bien dramatizar o escribir cuentos a partir del sueño de los pacientes.

-Por eso digo que la poesía estaría en el reconocimiento dentro del sueño…

La diferencia es que el poema puede ser una forma sin tener poesía. Por eso hay libros de poesía y hay libros de poemas. La poesía también la puede poner el lector, si tiene vuelo poético.

-¿El contexto lo diferencia?

El contexto es el vuelo que le pone el que escribe, la carga poética que le pone, como en este caso César Vallejo. Si el tipo de la esquina me dice: “Moriré en París cuando llueve”. Yo le digo: “¡dejá el alcohol!”. Esa es la diferencia. Un jugador, un psicoanalista y un poeta del mismo sueño van a sacar cosas distintas. Es la síntesis de lo que dije. Pongamos el caso de un tipo cualquiera que esté contando un sueño y los interlocutores son: un jugador, un psicoanalista y un poeta. Uno va a pensar en el  número de la quiniela. Otro va a sacar una interpretación del subconsciente y el poeta va a sacar un poema de ese sueño.

-¿Y vos de dónde sacas tus temas entonces solamente de los sueños?

Del sueño, de la cotidianidad, de lo que se me ocurre. De lo que sale de repente. Puede ser una visita a la Morgue, una visita al zoológico, o mirar la calle o escuchar una conversación en un Café.

-¿Del lenguaje también?

Sí, del lenguaje. Me pasó de escuchar una conversación interesante por la calle y seguir a los tipos disimuladamente para seguir escuchando lo que dicen para escribir un cuento o un poema. La vida es proveedora del poema.

-El sueño sería entonces ¿“el gran elaborador”?

Los primeros surrealistas que hacen el poema a partir de los sueños rescatan las 24 horas del poeta, o sea que el poeta aprovecha las 24 horas del día. Es un descubrimiento del sueño. El entre sueños o la vida cotidiana, el amor, el duelo, los estados extremos crean el vuelo poético.

-¿La poesía en relación con el límite?

Claro

LA REALIDAD DE LAS METÁFORAS

«Entonces el poeta sintió hambre/se metió en el lago/degolló al cisne/ y se hizo un puchero»

Yo empiezo a querer escribir a los 9 años porque vi la película “Mi noche triste” sobre la vida de Contursi y lo único que quería era escribir un tango. Tardé un poco porque  lo escribí a los 30 y pico, un poco lerdo pero lo intenté… y después la juventud comunista, Guillén, Neruda, los poetas sociales. Paso del tango nostálgico a buscar los poemas sociales, Yupanqui, y todo cambia cuando descubro el surrealismo. Ahí recién descubro  la poesía. Antes sólo tenía poemas. Quería descubrir el poema que decía de la bandera roja y la Revolución.

-Y.. entonces…¿ te liberaste?

Entonces el poeta sintió hambre…y ahí .. la mezcla…

 -Es una metáfora clara, la del cisne…

Claro, un poco ya lo habían hecho otros…Becker, por ejemplo, en el Prólogo de sus “Rimas” dice que tiene en la cárcel de su cerebro, en la celda de su cerebro muchas imágenes y que está buscando bellas formas para escribirlas. Y está esperando que le vengan bellas formas para escribirlas automáticamente, espontáneamente. Cuántas cosas de Becker hemos perdido porque él estaba buscando “la bella forma”. Todo lo que se pierde por buscar la poesía conciente.

 -Cuándo vos decís “se hizo un puchero”. El hecho de hacer algo, eso es conciente ¿no?

Ah…  en  una película sobre  Becker aparece una paloma muerta en un lago. Él recita sobre la paloma muerta y la levanta del agua. Yo rememorando esa escena dije lo del cisne.

-La paloma es otro símbolo. Tiene la idea de la libertad, en cambio el cisne lleva más la idea de belleza. Matar a una paloma no es lo mismo que matar un cisne. Hay puchero de gallina. Pero hambre de cisne…es un hambre muy particular. Además lo cocinás y “te hacés un puchero”.

Es simbólico, Francisco Gandolfo me decía que era el cisne de Rubén Darío.

 -La armonía, lo clásico…

Tcheicosky con “El lago de los cisnes”. Tiene que ver con el poeta en el Sena. Yo quise jugar con la escena de Becker.

-Pero el puchero es algo popular… me imagino a alguien que se roba un cisne, lo pone en una olla y se lo come en un  pucherito.. ¿No es un contrapunto con lo popular? Eso me representa a míPrimero tenés que haberlo deseado, admirado para querer comértelo y comerlo es una forma de poseerlo.

 Es un poema que ahora no escribiría. El día de la madre hay chicos con flores en el otro grado y yo me hacía el equilibrista y me comí una cuantas flores, después…¡ tenía un dolor de garganta!. Frente a algo romántico, dulce, me sale la cosa agresiva

 -Tampoco lo podés reducir a una niñería.

Es algo que yo quería tapar: mi romanticismo. Mostrar lo contrario. Ahí es una lucha conmigo mismo. No puedo mostrar sentimientos ante mí mismo entonces tomo la actitud de “chico malo”. Es como si hubieran dos mitades. Una es mi parte romántica.

-Me parece que no estás atacando sólo lo romántico sino un modelo tradicional de lo romántico

No, no, yo me quería disfrazar de lo que no soy. Entonces me ponía en “el chico malo”.

HUGO SALERNO es del barrio de Boedo pero recuerdo que una vez me dijo que las fronteras se van corriendo así que lo sentímos también del conurbano. Nació en los tiempos de Pichuco, Fiorentino y Felipe Vargas. Amante de la historia, gran conversador y anarquista medular, publicó uno de dos (1974) Raíz de sol (1978) por el que obtuvo el premio “El BARDO” de Barcelona y “Gorrión Fénix” (2011). Su poesía fue publicada en revistas de literatura y de tango y en el año 2003 fue homenajeado y declarado ciudadano ilustre por la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Actualmente tiene un programa en la radio FM Reconquista llamado igual que su último libro.

CONSUELO FRAGA

Tejo
 
Volví a tejer, como cuando papá estaba enfermo.
Tejo mientras espero para dejar mercadería. Tejo
en la cola de mediana seguridad
donde se entrega el documento y anotan “femenino”.
Tejo en la de valores, hasta en la de requisa personal
he tejido y después até la bolsa
donde dejan colgados los carritos
con sus ruedas mugrientas de barro,
porque hay pozos enormes en la entrada
y cuando llueve es un enchastre.
-¿Cómo hacen ellas, de zapatillas blancas,
para que no se les ensucien?- Tejo y compran todos.
Las señoras que visitan a sus hijos preguntan:
-¿Qué estás haciendo de lindo? –como quien te pregunta
qué contás de lindo, porque lo feo no lo quiere
o no lo puede oír. Tejo y hasta la policía compra.
Después de todo, ¿qué de malo pueden temer
de alguien que teje carteritas, morrales,
monederos o estuches al crochet? Si mientras tejo
no veo la cara lastimada del que viene corriendo
por el pasillo a llevarme las bolsas, no sé
ni cómo fue ni quién debiera echarse culpas.
No oigo mientras tejo. No sé quién dice
que hubo motín esta semana y casi puedo olvidar
–mientras presto atención al punto– que desde marzo a hoy
perdí la cuenta de los acuchillados. Nada que temer.
Alguien inofensivo, solo ve y teje.

 

El Arte de Tejer       
 
Madre nació en La Paz.
Hija del español que se prendó
de una chiquilla en sus trece años
y la dejó saltar como cabrita
hasta que tuvo edad para enamorarla.
 
Madre escuchó que su papá
se refería a su esposa
llamándola “mi honor”.
 
Angélica Honoria se llamaba la abuela
y no sabía nada del tejido a dos agujas.
Madre buscó quién le enseñara:
un derecho, un revés, un derecho
lazada y montar dos puntos juntos.
En la unión, imitar el tejido
para que no parezca una costura.
 
Las medias, igual pero con cinco agujas,
distintas porciones van siendo apartadas
una queda en descanso, la otra avanza.
Al unirlo todo, tendrá forma el soquete
por el talón y la punta.
 
La abuela sí le enseñó a madre
el ganchillo, para labores delicadas.
Hilo de seda y las manos bien limpias
tejen el canesú de un vestido de novia.
 
A veces la destreza resulta insuficiente.
Si la presa es muy grande
la araña prefiere sacrificar
el almuerzo del día
en pos de preservar la tela.
 
 
Stabat Mater
 
Ella fue igual al responso del viejo
sabía que incomodaba y lo mismo fue
 
la hubiera zamarreado ¿a qué
madre, fuiste a pelear, a demostrar
otra señora mayor entre unas cuantas,
a qué, a cuidarnos a nosotros?
 
¿Qué fue de ese nosotros que vos tenías con él,
a poner un moñito, a decir viste,
acá me quedo y vos, tan flojo
otra vez los dejás a estos dos solos?
 
Ella, la abandonada, que no podía frenar
sus recuerdos cuando salían a borbotones
en medio de cualquier conversación.
Patético veía ese amor inútil,
una zanja separándonos.
Pero Ella, cuando estaban juntos,
habrá sido feliz, le habrá aguantado
el cacareo, el dolor de cabeza
y esa mirada fija en el vacío.
 
Ella fue igual y fueron sus motivos
por fin secretos.
 
Estuvo todo el tiempo sentadita
en un banco con su abrigo de pana
y las manos cruzadas sobre la falda.
 
Madre,
no eras vos sola
no eras la única
enamorada de un ausente.
 

Consuelo Fraga nació en Buenos Aires en 1969. Endiabladamente motoquera, vive en Palomar.  En 2005 publicó la plaqueta Motos, e integró la antología Felicidades también (18 poetas). En 2007, editorial Limón publicó su primer libro, Eduardo Acevedo 852. Ese mismo año fue seleccionada para participar de la antología Poetas argentinas (1961-1980) publicada por Ediciones del Dock. Su segundo libro, Motos y Reinas, salió en 2009 por Ediciones en Danza. Los poemas aquí publicados son inéditos de los libros CUADERNO ROJO y MATER ADMIRABILIS.
 
 

ELIZABETH MOLVER

¿Quisiste ser mi madre,

eres madre del ser que yo aventuro?

Ana María Lahitte

I

No la dejaban ensuciar cuando era chica

se perdía las rondas por miedo a caerse,

las escondidas por miedo a que le toque contar,

se quedaba quietita

Cuando creció se empezó a mover

a irse lejos, a ensuciarse

con barro, sangre, semen, tinta, palabras, malas palabras

se dio cuenta de que no era tan grave

no hubo ningún castigo imposible de soportar

descubrió que lo terrible hubiese sido quedarse

pura, blanca, inmóvil.

 

II

Quizás otra hija hubiese sido

mejor para esta madre

otra que abrazara más seguido

dijera palabras melosas

y un sí grande como una casa

(como esa casa de la niñez

que nunca más hubo)

y estuviese sonriente cada día

y luego de algún exabrupto

dijese perdón-lo siento-no volverá a ocurrir

una hija ama de casa

muy cocinera

muy enceradora de pisos

muy modosita

una hija siempre hija

para una madre siempre madre

quizá, pero ya se sabe

que los desencuentros son más

las decepciones son muchas

y las miradas suelen conenctarse

sólo algunas veces

o nunca

 

III

Hubo un tiempo

en que la madre fue madre de su hija

solían encontrarse en un patio fresco

o en un porche debajo del paraíso

Una mañana se cruzaron de veredas

y se miraron con prudencia

(por no decir desconfianza)

y así estuvieron días meses años

Una noche la hija

fue madre de su madre

la cuidó la mimó y le habló

le dijo que nunca la dejaría

y otras cosas que dicen las madres

cuando los hijos lloran y tienen miedo

Una tarde

una bella y apacible tarde

fueron dos mujeres

dos mujeres

que se miraron a los ojos.

esposa de

calentar la pava, sacar los pajaritos al sol

alimentar al gato y los perros

baldear el patio

los mates

los mandados

casi la única salida

no, también está el médico

la visita de Sara algún domingo

el rosario, llevar a la virgen por las casas

y el Tito que no quiere

es que trabaja todo el día

llega cansado y no le gusta salir

hacer un viajecito

es que el Tito no quiere

está sin ganas

ni una caricia me da

pobre Tito, pobre…

….

Tiene

hermanos, sobrinos

alguna tía vieja que todavía visita

la tranquilidad de haber cuidado

a sus padres cuando la necesitaron

tiene

un trabajo estable,

un sueldo que le alcanza

cada mes para vivir

tiene

amigas, compañeras

con las que suele reunirse

a recordar viejas épocas

tuvo

años de soledad

ahora tiene

un hombre que la quiere y acompaña

tiene

una casa hermosa

con flores y árboles frutales

con patio grande

para sentarse al sol

tiene

la heladera bastante completa

el placard con ropa buena

zapatos confortables

hijos

no tiene

Las causas pendientes

Digo que mañana sería bueno ir a…

hacer…

acomodar…

meterme de lleno en…

me asusto cuando me descubro engañándome

una y otra vez como un juego circular

del que a veces escapo pero

al que siempre vuelvo

y me juro que no pasará más

me reto a mi misma

me pongo penitencias

absurdas innecesarias

me interrogo

me confieso

me torturo

con preguntas imágenes

que me llevan sin más a esos días

y vengo yo vestida de Freud

mirándome objetivamente

diciéndome:ahá

y la otra, la que soy

mira fijamente el péndulo y se va

envuelta en ayeres

y llega el patio, el jardín verde

el laguito, los pececitos naranjas

el pasillo, la casa pequeña

el licor de oro

lo que maravillosamente está

lo que sostiene este esqueleto

le da forma

y ya no se si son las causas pendientes

lo que vine a buscar

o sentirme así con energías para

pensar que mañana seguro que…

 

ELIZABETH MOLVER nació un 7 de octubre que de seguro fue soleado y celeste a pesar del año: 1969. Sí, en la provincia de Bs As. Según los ojos (La Carta de Oliver, 2004); Postales personales (Macedonia Ediciones,2008)  Mientras Tanto (Plaqueta, 2007); Mujeres en un cuaderno borrador (Macedonia Ediciones, 2011) son sus publicaciones hasta el momento.

Sus poemas han sido difundidos en diversas revistas argentinas y latinoamericanas; conjuga con su tarea docente, la coordinación de talleres y la participación en jornadas feriales de lectura y escritura. Obtuvo el premio «Viva lectura 2011» en la categoría LECTURA ENTRE DOCENTES.

En el año 2011 fue invitada al Encuentro Internacional Mujeres Poetas en el País de las Nubes, que es desarrollado por el gobierno del Estado de Oaxaca, en México.

Los poemas aquí publicados conforman su último libro, en el que indaga en el perfil de tantas mujeres como posibilidades de descubrirlas  nos permitamos. Ellas están ahí, afuera, ocupando las calles, las plazas, las casas, las escuelas, los sótanos del trabajo esclavo, invisibilizadas, arraigadas, amadas, masacradas…mujeres que están también

adentro.

 

Para seguir escuchando a Eli…

Porque está desnuda, brilla la estrella

«Yo no, mi raza tiene cuchillos que arden

y lunas y heridas que queman…»

Salvatore Quasimodo

En una época donde se debate acerca del desarrollo de nuevos sistemas de significación en torno al avance de la tecnología y algunos declaran ya, la caducidad  del formato libro, la linealidad que propone la escritura lingüística y hasta los más entusiastas super-progresistas-ultramodernos consideran a la palabra escrita como un símbolo de conservadurismo frente a las posibilidades del hipertexto, los videos juegos,  el movimiento de la imagen cinematográfica, los videos,  el chat, los cortos,  que influyen presuntamente sobre el desarrollo de la sensibilidad  proyectando nuevos lenguajes,  formas de interpretación y construcción de mundos, formas de comunicación; aunque  aún desconocemos  los efectos de éstas sobre la psquis, es un debate interesante y que  requiere un análisis que habilita las experiencias de los ciudadanos y de los profesionales.

Ahora la pregunta obligada es por qué leer poesía, qué valor específico tiene la poesía para detenerse y profundizar en sus expresiones, escuchando, acto sin el cual serían absurdas la lectura y el diálogo. Por qué escuchar, por qué dejarse envolver por el sonido de la palabra poética como se dejaron encantar los marineros de Ulises en “La Odisea”. La pregunta no es simple.

  Considero que la poesía es un discurso de ruptura, ya que conserva a lo largo de sus tradiciones la posibilidad de explorar el lenguaje desde la libertad y la síntesis en un compromiso, casi un pacto de sinceridad consigo misma; la palabra poética no es un instrumento, ni un elemento de persuasión, ni una instrucción, ni una orden; la palabra poética por su poder expresivo y libertario se torna necesaria como el órgano cardíaco es imprescindible para producir un latido así que explora las vivencias y las puebla de otras humanidades. Aquí la palabra es alterada, combinada, mezclada como una masa donde los ingredientes se acoplaron y ya no se diferencian. Recuerdo el decir de la lingüista y poeta Ivonne Bordelois: es una palabra que no se prostituye. La palabra poética es una palabra que habla de mí, porque se escribe con el sexo y con la ideología, porque se escribe con el cuerpo y con el cansancio irrepetible de los ojos y la columna, porque ese vínculo de entrega es propio de la poesía.

Rescato entonces aquí el espacio de «Les Parau Parau»(1)  dónde apostamos al diálogo,  práctica milenaria,  tradicional y madre de la literatura. Apostamos a la charla con las autoras de las obras, ya que desde una perspectiva “elemental” nos interesa la relación entre la palabra y de quién proviene, un  ser humano concreto con nombre y apellido que padece y goza el mundo. Consideramos necesario no perder el hilo de la historia, no perdernos en los anonimatos tremendos que nos proponen  aislamiento, en definitiva: la censura. El diálogo, la lectura y la escritura nos conservan y ayudan a entender nuestras identidades.  El acto de habla, entendido como la vida del lenguaje, el momento en que ése cuerpito de formas resucita y se emite para Alguien en un espacio puntual, realizado por una persona de carne y hueso – y desde esta perspectiva entendemos  la lectura de la obra de las autoras: una resurrección de la palabra- es un viaje  hacia la palabra poética de ése ser. Pero lo más interesante es el hecho de que esa lectura no es solitaria sino que se desarrolla en grupo y luego se invita a la autora para que comparta inquietudes, asociaciones que se plantearon al calor de la espontaneidad de las lecturas, la variedad de enfoques, en fin, el intercambio vivencial que provoca esa palabra. 

 La vida es única, no se repite, no hay significaciones iguales, no hay un aroma que sea igual, ni la percepción de una palabra es igual; sólo las máquinas pueden reproducir, copiar o duplicar, no así en la interpretación ni en la escritura. En la interpretación  se abren ventanas, se desciende a los infiernos, se tocan las puertas de los desiertos. Más cuando es colectiva. Cuando la interpretación se gesta en el colectivo, el fuego de la poesìa crece para protegernos de la desolación.

 Anahí Celeste Cao

(1) Para visitar la página basta goglear: graciaperdida.wordpress.com LES PARAU PARAU

CARLOS DARIEL

LA METAFORA DEL SILENCIO

 

La capacidad del habla emerge como un signo distintivo que recorta al hombre del fondo del reino animal.  De esta manera el decir del hombre trasciende los fines meramente comunicativos para lanzarlo hacia infinitas posibilidades del orden del ser.  En este sentido, el ser designa el ámbito que ilumina las distintas modalidades de la existencia, ámbito que no queda establecido a priori como un dato primario, inmóvil y estático sino que irá constituyéndose mediante un movimiento en espiral dialéctica que cada uno de los existentes, en este caso el hombre, iniciará con su mundo circundante.

La misma posibilidad del habla en el hombre queda enmarcada en el concepto anterior, porque si el hombre es caracterizado como una criatura parlante, ello es posible porque al nacer se inserta en un orden superior mediatizado por el lenguaje que lo antecede.  Si el hombre habla es porque alguien, anteriormente, le habló, si nombra es porque fue nombrado, si puede mediatizar por la palabra, esto es, manejar conceptos, establecer códigos, etc.,  es porque fue mediatizado por ella. El lenguaje constituye al hombre pero éste puede trascender sus reglas de juego transformando y transformándose mediante el ejercicio de la libertad.

La libertad, ámbito de construcción del ser, inaugura la capacidad transgresora del hombre que le permite trascender las redes significantes mediante la producción de inéditas significaciones.  En la metáfora, por ejemplo, una nueva significación adviene precisamente allí donde una palabra en ausencia produce un plus de sentido, de esta manera, mediante una operación de sustitución, la presencia de una ausencia viene a establecer un nuevo enlace en el contexto de la frase.  Para que esta operación sea posible es necesario un salto al vacío, trascender los moldes establecidos por las convenciones creando nuevas conexiones allí donde el silencio se ofrece como un intersticio por donde el sentido se pueda deslizar.

La metáfora recorre un trazo en espiral dialéctica conjugando el silencio y la palabra, transformando el sistema de relaciones en la red significante, creando un espacio que instala  en la poesía una función como vía de acceso a la verdad, porque es allí, precisamente, donde el ser puede proyectarse como libre expresión  para trasvasar los límites que  ilusoriamente le impone el lenguaje, y es en ese movimiento de proyección donde va a ir construyendo sus nuevas modalidades.  Vía de acceso a la verdad, función que no agota a la poesía en la mera búsqueda de belleza sino que, sin perjuicio de ella, lanza al ser hacia un infinito de posibilidades en el que irá construyéndose y reconociéndose en profusas perspectivas sin agotarse en ninguna de ellas.

Esa criatura parlante, el hombre, no es un producto terminado, es, sobre todo, su propia posibilidad de construcción y la poesía constituye uno de los espacios, uno de los resortes del espíritu que le permite al hombre articular sus infinitas posibilidades de ser, entregándose a la libre actividad lúdica que vuelca la rebeldía a favor suyo y le ofrece un lugar de tránsito que viene a instalarse como una metáfora del silencio, efecto de trascendencia en la palabra.

 

Carlos Dariel nació en Buenos Aires el 1 de agosto de 1956, es licenciado en Psicología y reside en la localidad de Haedo. Según el fuego, Nostromo editores (2004); Cuestión de lugar, de la misma editorial (2007); Donde la sed, Macedonia Ediciones (2010) son sus libros publicados hasta el momento. Su poesía ha sido difundida en medios gráficos de distintos países de latinoamerica y traducidos al Italiano y al Portugués y también obtuvo premios, el más reciente del Fondo Nacional de las Artes por su último libro.

Nos interesa destacar su ingente tarea de proyección de la escritura poética ya que desde el año 1996  no ha parado de difundir la palabra hablada y escrita a través de la participación en grupos literarios como Ludens, el ciclo El Boquete, Farandol, diversos talleres de orientación a la escritura poética en el oeste del conurbano y también desde la tribuna de la radio, entrevistando y difundiendo la obra de los poetas del Gran Buenos Aires en una columna mensual del programa de Radio Gráfica de La Boca Tierra de poesía conducido por Ramón Fanelli y Marion Berguenfeld. Durante al año 2010 tuvo una columna en el ciclo de poesía y trova con formato de radio El Precio de la localidad de Haedo, conducido por Jorge Figueroa, donde presentaba textos de poetas actuales de Latinoamérica y de España.

 Recientemente participó del Primer Encuentro Latinoamericano de Escritores, por el Derecho a la Memoria,  invitado por el Colegio Libre de Hidalgo A.C., en la ciudad de Pachuca, México.

Eduardo Mendez es su compañero en el ciclo que realiza actualmente y que han dado en llamar A voz en cuello en el  Trobar Clus.



EDUARDO HERRERA

Algo queda
 
Dejaré yo
esa pierna mitad mía
izada hoy
¿silenciosa que come para mañanas?
cual roce anochecido
siempre
 
Y un paisaje como todos los paisajes
que se transpiren en todo
aún con la mitad
que no es otra que pájaro,
obsesión cantando
 
Algo queda y algo va
camino
que el camino nace.
 
 Intención ¿sí?
 
Ese que se es
¿por siempre árbol que mira?
nada ¿nada?
hermano ¿de? El acaso como
aroma
ilusión
¿sollozo? Sollozo que clava en el
cielo los pechos clavados que vi
olí con esmero para qué
¿atrás? Siempre habrá alguien
algo esperando
que ni el velo demorará
delicada.
Hay un desnudo de mirar de ese
que se es.
 
Comerlo y crecer
¿sí?
que ha iluminado las posibilidades
parcas.
 
Te ví
 
Del amanecido amontonamiento
que sobrelleva las causas
o niños
gusto o mariposas
porque sí, y parva de cosas más
-¿Qué?
más
 
ese valor rebalsado
acuchilló el cuerpo
desde las hojas
pensamiento
(te vi)
para la sublimación del momento
 
del momento.
 
Los obstáculos
 
La expansión tomada en otro lugar
que la nube sopla hasta sí
corta el sendero,
tiesa las uñas
¿y el sueño que el alma alimentó
por millones de años empieza
a comer al cuerpo?
al sueño
hasta el hartazgo, que las rodillas
orinan vegetales
 
Y padre, madre, hermano, vos
son solo
que es nube, más nube
 
O niebla empecinada en el pecho
haciendo presión.
 
Estatuas
 
No suficiente, medio
tedio
o la gravedad en el rincón gris.
El aire carga la falta en esta distancia
sin prisa
ni espera
ni puteada al final
 
son los caminos ciertos estos,
                                               los que no dudan,
se alimentan en la contradicción
como estatuas acumuladas algún día.
 
La claridad
 
La claridad 
envuelta en blanca
si respiró entre pieces,
gotas acabadas,
uñas, todas juntas de espanto
ella
inesperada
rebalsó de los muertos que murieron
blanca
como la paloma
que siempre respiró mañana.
 
La niña que ya no
 
Otra vez
cuando se empecinaba la lentitud
levitando
parecer
palomas en murciélagos sin vuelo
pudo la niña ésta que ya no
pecar por todos nosotros,
como Jesús
como Jesús, dentro del orgasmo de
las flores.
 
 
 
 «…¿Qué puede decir uno acerca de llegar? ¿Qué puede decir uno acerca de tener, acerca de perder?
Acerca de perder se puede decir ¿No? Como quien deja pasar (o pasa), o contempla y dice. Dice una poesía, escribe una poesía; algo así como dos paralelos: el perdido y el dicho de lo perdido.
 Y acerca del decir, acerca del decir también se puede decir….»
 
 
 

Eduardo Herrera nace el 29 de Febrero de 1980 en el palomar. Integró diversos grupos musicales: formó parte de “Noseso”, con quien grabó los primeros demos (2000/2002), luego del Dúo el Ojo, formato canción (2003). En el 2004 conforma junto a Mauro Paez un dúo de guitarra y batería, con el cual editan el disco “Repetición», y en ese momento edita también su libro de poesías “La espera, el encuentro, el recuerdo” por el sello LLQ.

En el 2007 edita de manera independiente su primer disco solista titulado “La bienvenida”  y en el 2008 edita su segundo disco solista, “La flor”. Actualmente se presenta en plan solista junto a un pequeño grupo de cuerdas (Violín y Cello) y es además, integrante del trío de tango “Las guitarras de Atalaya”  junto a Waldemar Garín y Juan Manuel Fernandez. Se presentó entre otros lugares en: Festival de músicas Casa Azul, 3 Experimenta Puerto Madryn 2001, Experimenta 2005, Bienal de arte en la Universidad de La matanza (2º premio) 2008, Ciclo Cosmonauta 2009 junto al cantautor uruguayo Fernando Cabrera.

La música y también la poesía de Eduardo,  sólo aspira  a surgir del asombro, del gesto, de la intuición, el movimiento y el juego. Tal vez en este momento no sea necesario buscar trasfondos en las concepciones que nos sugiere; lo que es, es, y desde allí parte su intención poética. Así lo define él mismo: “Ojalá esta música no se llene de contornos, y sea una mera radiación constante flotando quién sabe dónde…»

 

ANABEL ORONA

BUENA TERAPIA

 

La mujer subió al colectivo, recibió el boleto, se ubicó en un asiento en la mitad del coche.

Sacó de su cartera un cuaderno y una birome con la que hacía pequeñas correcciones que luego releía:  -«Querido Martín no veo la hora de enviarte estas líneas, me pasaron tantas cosas…» – miraba por la ventanilla, tachaba algo en el papel y seguía leyendo: -«me asaltaron tres veces y tres veces hice el duplicado del documento. Mis nervios quedaron destrozados, tuve que recurrir a la terapia para recuperarme, por cualquier cosa tenía miedo, fue horrible, por suerte ahora estoy mejor con la historia del tratamiento aprovecho y mando al diablo a todo el que se arrima con mala onda, esto antes no lo hacía…»

El colectivo se fue llenando. Desde la vereda un chico con una caja preguntó al chofer: -¿Puedo? -Sí, por atrás, contestó. El vendedor subió ofreciendo: -¡Diez alfajores por un peso, lleva marca, lleva calidad!- La mujer interrumpió la lectura.-¿Tenés de chocolate? -No, quedan de dulce de leche – ¡Ah no! Gracias. El vendedor terminó su cantito: -Para saborear en el viaje, para llevar de regalo. Hizo algunas ventas agradeció y bajó.

Ella continuó leyendo: «¿Sabés? Gracias a Dios di con una buena psicóloga; nada que ver con las anteriores, en la primera sesión consiguió tranquilizarme, ¿qué me contás?. Me explicó que todos estamos expuestos al peligro, me pasó a mi como le podía haber pasado a ella, que hay que aprender a convivir con éstas fatalidades y que la solución era sacar poco a poco el miedo que estaba adentro mío por medio de la terapia. Así recuperé la confianza y a partir de aquella charla los jueves fueron sagrados, a los treinta y cinco años descubrí que mi vida recién empieza y en lugar de llorar por lo sufrido agradezco estar viva y valerme por mi misma…» Dio vuelta la hoja.

Asomando la cabeza, entre los que iban subiendo, alguien preguntó: -Carlitos, ¿me abrís atrás?. El chofer asintió. Los escalones resonaron bajo los pesados zapatos; después una voz ordenó violentamente: -Nadie se mueva- y agregó: -Esto es un asalto. Los pasajeros por instinto se dieron vuelta y encontraron un payaso alto, risueño, de boca pintada, peluca verde, nariz bolita y dos cruces blancas sobre los párpados. Más tranquilos volvieron a mirar hacia adelante.

La mujer paralizada tenía el cuaderno apretado contra el pecho, la mirada clavada en la espalda del chofer, apenas respiraba, un hilo de transpiración le corría por la frente. El payaso llevaba un bolsito colgado en la cintura, de donde sacó un revólver  calibre treinte y dos que apoyó en el hombro de la mujer preguntando: -¿Y vos? ¿No pensás darte vuelta? ¿ Y si te quemo?- La mujer siguió inmóvil, el payaso amenazó: ¡Y te voy a quemar!- Sacó el seguro del arma y oprimió el gatillo, ella apretó los dientes y cerró los ojos en un solo temblor, del caño del revólver saltó una banderita de plástico que decía  «bang bang». La mujer miró hacia el costado y vio al payaso que con una carcajada decía : -¡Te asustaste! ¿no? mientras repartía entradas para el circo «Hnos Rivero». Lo estudió, bajó la mirada mientras guardaba  el cuaderno  y la birome. El payaso caminó hasta el chofer, le convidó  un cigarrillo, fuego y volvió hasta ella, que recibió la entrada con indiferencia. Antes de que se retirara, la mujer cayó desmayada sobre sus largos zapatos. El revuelo fue enorme. El payaso como loco rogaba : ¡Un médico, un médico!- El chofer apagó el motor. Los pasajeros se dividieron, unos querían linchar al payaso y otros arrodillados asistían a la víctima abanicándola, propinándole golpecitos en las mejillas tratando de tomar su pulso, pero ella no volvía en sí. Alguien suplicó: ¡Agua, traigan agua por favor! El payaso enredándose en sus bolsudos pantalones bajó de un salto, entró al kiosco y volvió junto a la mujer con una botella. Le sostuvo la cabeza, logrando que tomara unos sorbitos. Un muchacho dijo: -¡Ya está, revivió, no se amontonen!.

El payaso con el rostro desencajado le preguntó: -¿Te sentís bien?- La mujer abrió los ojos, lo miró fijo por unos segundos y no pudo más, con una mueca transformada en risa y luego en carcajada contestó: -¡Te asustaste! ¿no?

 

Anabel Orona. Nace el 8 de febrero de 1960. Vive en Hurlingham. También escribe poesía y ha publicado una plaqueta con algunas de sus composiciones. Recientemente participó en el proyecto de Talleres Itinerantes del Circulo Literario Abierto de Abuelos Bonaerenses auspiciado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Fue discípula del narrador Juan Alberto Nuñez, de intensa actividad en el oeste del conurbano bonaerense. Juan dijo algunas cosas sobre la prosa de Anabel: «Toda recomendación contiene algo de arbitrariedad y de sugerencia. Anabel Orona plantea una situación y busca resolverla con economía de recursos, con lo que logra un certero impacto emocional en el que lee. Del mismo modo, sondea en esos instantes críticos en que aparentemente no pasa nada y en realidad suceden muchas más cosas que las que ella cuenta. Su manera de rodear la historia, de darle una atmósfera, hace pensar en aquellas obras del maestro Berni, y es probable, al menos es la sensación que deja su lectura, que Anabel Orona rehuya todo contacto con esa literatura verborrágica y pomposa».