CARLOS DARIEL

LA METAFORA DEL SILENCIO

 

La capacidad del habla emerge como un signo distintivo que recorta al hombre del fondo del reino animal.  De esta manera el decir del hombre trasciende los fines meramente comunicativos para lanzarlo hacia infinitas posibilidades del orden del ser.  En este sentido, el ser designa el ámbito que ilumina las distintas modalidades de la existencia, ámbito que no queda establecido a priori como un dato primario, inmóvil y estático sino que irá constituyéndose mediante un movimiento en espiral dialéctica que cada uno de los existentes, en este caso el hombre, iniciará con su mundo circundante.

La misma posibilidad del habla en el hombre queda enmarcada en el concepto anterior, porque si el hombre es caracterizado como una criatura parlante, ello es posible porque al nacer se inserta en un orden superior mediatizado por el lenguaje que lo antecede.  Si el hombre habla es porque alguien, anteriormente, le habló, si nombra es porque fue nombrado, si puede mediatizar por la palabra, esto es, manejar conceptos, establecer códigos, etc.,  es porque fue mediatizado por ella. El lenguaje constituye al hombre pero éste puede trascender sus reglas de juego transformando y transformándose mediante el ejercicio de la libertad.

La libertad, ámbito de construcción del ser, inaugura la capacidad transgresora del hombre que le permite trascender las redes significantes mediante la producción de inéditas significaciones.  En la metáfora, por ejemplo, una nueva significación adviene precisamente allí donde una palabra en ausencia produce un plus de sentido, de esta manera, mediante una operación de sustitución, la presencia de una ausencia viene a establecer un nuevo enlace en el contexto de la frase.  Para que esta operación sea posible es necesario un salto al vacío, trascender los moldes establecidos por las convenciones creando nuevas conexiones allí donde el silencio se ofrece como un intersticio por donde el sentido se pueda deslizar.

La metáfora recorre un trazo en espiral dialéctica conjugando el silencio y la palabra, transformando el sistema de relaciones en la red significante, creando un espacio que instala  en la poesía una función como vía de acceso a la verdad, porque es allí, precisamente, donde el ser puede proyectarse como libre expresión  para trasvasar los límites que  ilusoriamente le impone el lenguaje, y es en ese movimiento de proyección donde va a ir construyendo sus nuevas modalidades.  Vía de acceso a la verdad, función que no agota a la poesía en la mera búsqueda de belleza sino que, sin perjuicio de ella, lanza al ser hacia un infinito de posibilidades en el que irá construyéndose y reconociéndose en profusas perspectivas sin agotarse en ninguna de ellas.

Esa criatura parlante, el hombre, no es un producto terminado, es, sobre todo, su propia posibilidad de construcción y la poesía constituye uno de los espacios, uno de los resortes del espíritu que le permite al hombre articular sus infinitas posibilidades de ser, entregándose a la libre actividad lúdica que vuelca la rebeldía a favor suyo y le ofrece un lugar de tránsito que viene a instalarse como una metáfora del silencio, efecto de trascendencia en la palabra.

 

Carlos Dariel nació en Buenos Aires el 1 de agosto de 1956, es licenciado en Psicología y reside en la localidad de Haedo. Según el fuego, Nostromo editores (2004); Cuestión de lugar, de la misma editorial (2007); Donde la sed, Macedonia Ediciones (2010) son sus libros publicados hasta el momento. Su poesía ha sido difundida en medios gráficos de distintos países de latinoamerica y traducidos al Italiano y al Portugués y también obtuvo premios, el más reciente del Fondo Nacional de las Artes por su último libro.

Nos interesa destacar su ingente tarea de proyección de la escritura poética ya que desde el año 1996  no ha parado de difundir la palabra hablada y escrita a través de la participación en grupos literarios como Ludens, el ciclo El Boquete, Farandol, diversos talleres de orientación a la escritura poética en el oeste del conurbano y también desde la tribuna de la radio, entrevistando y difundiendo la obra de los poetas del Gran Buenos Aires en una columna mensual del programa de Radio Gráfica de La Boca Tierra de poesía conducido por Ramón Fanelli y Marion Berguenfeld. Durante al año 2010 tuvo una columna en el ciclo de poesía y trova con formato de radio El Precio de la localidad de Haedo, conducido por Jorge Figueroa, donde presentaba textos de poetas actuales de Latinoamérica y de España.

 Recientemente participó del Primer Encuentro Latinoamericano de Escritores, por el Derecho a la Memoria,  invitado por el Colegio Libre de Hidalgo A.C., en la ciudad de Pachuca, México.

Eduardo Mendez es su compañero en el ciclo que realiza actualmente y que han dado en llamar A voz en cuello en el  Trobar Clus.



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